Inauguración de la Biblioteca Comunitaria "Jorge Pedrajo Hernández"
El rector de la UAP apoyará y mantendrá la Campaña de alfabetización del CUPS
La Jornada de Oriente
Por :
2013-08-07
Al inaugurar la Biblioteca “Jorge Pedrajo Hernández” en Vista
Hermosa, en la junta auxiliar de Xocoyolo, Cuetzalan, el rector de la
Universidad Autónoma de Puebla (UAP), Alfonso Esparza Ortiz, se
comprometió a apoyar y mantener la Campaña de alfabetización del Centro
Universitario de Participación Social (CUPS) para seguir con la idea que
nació hace 12 años: que los estudiantes dediquen sus vacaciones a
enseñar a leer y escribir a los pobladores de la Sierra Norte de Puebla,
y de paso, aprendan un poco de sus hábitos y costumbres, en algo que se
convierte en una experiencia de vida.
“Quiero participarles de mi gran entusiasmo y del asombro que tengo
de palpar un esfuerzo que después de 12 años conozco, que conocía en el
papel pero que hasta ahora estoy constatando que es una labor loable,
digna de admirarse, por lo que hago un reconocimiento a la comunidad y a
los preparatorianos de nuestra universidad”, dijo Esparza Ortiz.
Visiblemente conmovido, señaló que entendía por qué el fundador e
impulsor de este proyecto, Jorge Pedrajo, “se había enamorado de esos
paisajes y de esa gente”; por ello, resaltó que la biblioteca lleva el
nombre de un universitario que dejó su huella permanente en la UAP.
“Es un reconocimiento a 12 años de esfuerzos y de implementar un
modelo que ahora ha sido utilizado por otras universidades, con el fin
de beneficiar a las comunidades alejadas de la educación”, agregó.
Acompañado por los alfabetizadores voluntarios que este año viven en
Vista Hermosa, Esparza Ortiz recorrió el área de descanso, luego conoció
la cocina que funciona gracias a las brigadas organizadas por los
jóvenes y concluyó en la sala de juntas, el espacio más importante en
donde se realizan las evaluaciones, se analizan los métodos y las
herramientas de trabajo, además de que se comparten las experiencias
vividas a lo largo de las seis horas diarias que cada participante le
dedica a esta labor.
“Nosotros mismos hacemos nuestra comida, mantenemos en orden nuestro
espacio, hacemos los calendarios en los que llevamos cuenta de la
asistencia diaria de quienes toman este método de alfabetización basado
en ‘la palabra generadora’, con la cual se concientiza sobre un tema
para comenzar a leer y a escribir”, explicó uno de los 19 estudiantes de
preparatoria que trabajan en alguna de las 13 comunidades de Xocoyolo.
Otro más agregó que su labor no se limita a los adultos a quienes
alfabetizan, sino que se extiende hacia los niños con clases de
regularización debido a que asisten a escuelas multinivel que provocan
que a sus 10 u 11 años todavía no sepan leer ni escribir, además de las
actividades lúdicas y los talleres que realizan durante los fines de
semana abiertos a todos los vecinos.
Tras el recorrido, en donde el rector de la UAP, Alfonso Esparza,
hizo algunos cuestionamientos sobre los niveles en los que avanzan los
participantes, la forma de evaluación y las técnicas que se utilizan
para que el proceso funcione, fue inaugurada la quinta biblioteca del
programa.
Ahí, Mirta Figueroa Fernández, directora del CUPS, señaló que la
biblioteca tiene la intención de ser un espacio de aprendizaje, de
acceso al conocimiento y de reunión, que continúa en la misma línea del
programa: “Que los que aprendieron a leer y a escribir descubran en los
libros nuevos mundos y aprendan a volar”.
Sobre Jorge Pedrajo recordó que desde 1982 hasta su fallecimiento,
ocurrido en febrero pasado, se caracterizó por ser un hombre que toda su
vida luchó por mejorar las condiciones educativas del país, siendo su
maestro y amigo. “No hay mejor homenaje que llamar con su nombre a una
biblioteca de esta comunidad, donde Jorge trabajó y se enamoró de su
gente; nos alegra que su presencia no quede sólo en nuestros corazones,
sino en este lugar”.
Para concluir con la visita, el rector de la UAP convivió con un
grupo de mujeres que este año se inscribieron al programa –conocidas
cariñosamente por los jóvenes como “las doñas”–, quienes le contaron,
con emoción, la forma en que habían aprendido a leer y a escribir.
“A veces tengo mucho trabajo y no puedo atender mis clases, pero he
avanzado y he aprendido a hacer más letras, ya hasta aprendí a escribir
mi nombre”, dijo doña Chave, una mujer de unos 60 años de edad, que
sostenía con fuerza su lápiz mientras dibujaba su nombre en su libreta.
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